martes, 1 de mayo de 2012


¿Qué mejor que una
sinfonía en blanco
para hablar de

ECOLOGIA?
En la cola del supermercado, el cajero  dice a una señora mayor que debería  traer su propia bolsa de la compra  porque las bolsas de plástico son dañinas  para el medio ambiente.
La señora pide disculpas y explica:  “Es que en mis tiempos no pensábamos  en la ecología
El empleado le contesta:
Ése es el problema que tenemos ahora. La generación de ustedes no se preocupó de preservar el medio ambiente.
Tiene razón –dijo la señora-.  En aquellos tiempos no pensábamos en  la ecología.
En aquel entonces las botellas  de leche, de refrescos y de cerveza  se devolvían a la tienda.
La tienda las enviaba de  nuevo a la fábrica, donde las lavaban  y esterilizaban…
… antes de llenarlas de nuevo,
de manera que podían utilizar  los mismos envases una y otra vez.
Así los reciclaban de verdad.
Pero es verdad, en aquellos tiempos  no pensábamos en la ecología.
Subíamos y bajábamos escaleras, porque  no había artefactos mecánicos en todos  los comercios y oficinas.
Íbamos andando a la tienda…
en lugar de usar el coche  de 200 caballos cada vez que teníamos  que recorrer dos manzanas. 
Pero tiene usted razón. En aquellos  tiempos no pensábamos en la ecología.
Entonces lavábamos y reutilizábamos los  pañales de los bebés, porque no los  había de un solo uso.
Secábamos la ropa en tendederos,
no en esas máquinas de 200 voltios  que consumen mucha energía rugiendo para  secar la ropa.
Las energías solar y eólica secaban  nuestra ropa estupendamente.
Los niños usaban la ropa de sus  hermanos mayores,
no siempre modelitos nuevos.
Pero tiene usted razón: en  aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
En aquel entonces teníamos un televisor  o una radio en cada casa,
no un televisor en cada habitación  y un equipo de música de miles de  vatios. 
Y el televisor tenía una  pantalla del tamaño de un pañuelo (¿recuerdan?)
no una pantalla del tamaño  de un campo de fútbol.
En la cocina molíamos, batíamos y  desmenuzábamos a mano,
porque no había aparatos eléctricos que  lo hicieran todo por nosotros. 
Cuando embalábamos algo frágil para enviarlo  por correo
usábamos periódicos arrugados para protegerlo,
no envoltorios de burbujas o bolitas  de plástico
En aquellos tiempos no encendíamos un  motor y quemábamos gasolina sólo para  cortar la hierba.
Usábamos unas tijeras cortadoras  que funcionaban a músculo.
Hacíamos ejercicio trabajando y  no necesitábamos ir a un gimnasio para  correr sobre pistas mecánicas que funcionan  con electricidad.
Pero tiene usted razón: en aquellos  tiempos no pensábamos en la ecología.
Cuando teníamos sed bebíamos en una  fuente,
en lugar de usar vasos y botellas  de plástico cada vez que queríamos beber  agua.
Recargábamos las estilográficas con tinta,  en lugar de tirarlas y comprar otras  nuevas.
Y cambiábamos la hoja de afeitar en  vez de tirar a la basura toda la  maquinilla sólo porque la hoja ya no  corta.
Pero entonces no pensábamos en la ecología.