El populismo, para ser aplicado, reclama la suma del poder público. Desprecia la democracia republicana porque le impide llevar a cabo el avance del Estado sobre la propiedad privada, sea ésta en forma de stocks o de flujos. Por definición el populismo requiere de una aparato burocrático para controlar y digitar los recursos de la economía, aparato burocrático que no tiene que tener límites a su accionar. En consecuencia el populismo es incompatible con la democracia republicana.
En octubre se juega mucho más que un sistema de precios, tipo de cambio o modelo de comercio exterior. Se juega, nada más y nada menos, que la dignidad y la libertad de las personas.
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